domingo, 26 de enero de 2014

Textos abiertos y textos cerrados

Uno de los grandes aportes de UmbertoEco a la teoría literaria es la creación del concepto de Lector modelo. Para él el texto «un texto postula a su destinatario como condición indispensable no sólo de su propia capacidad comunicativa concreta, sino también de la propia potencialidad significativa. Un texto se emite para que alguien lo actualice; incluso cuando no se espera (o no se desea) que ese alguien exista concreta y empíricamente» (Eco 76). Así el autor del texto diseña y prevé a su lector, a quien considera apto y que tiene las competencias necesarias para actualizar el texto, llenar los espacios de indeterminación y descifrar su enigma. Se apunta a un lector objetivo y a partir de él construye el texto, de modo que cualquier elemento que haya en él estará pensado para impactar a su lector modelo.

A partir de ello, Eco distingue dos tipos de textos: abiertos y cerrados. El primero es aquel que explota todas las posibilidades de actualización por parte de su lector modelo de modo que «Por muchas que sean las interpretaciones posibles, unas repercutan sobre las otras de modo tal que no se excluyan, sino que, en cambio, se refuercen recíprocamente» (Eco 83). Así, el texto se comporta como un desafío a las estructuras tradicionales y también desafía a la capacidad del lector de descifrar el texto. Del segundo tipo se infiere lo contrario: un texto que exige poco al lector, lo va llevando de la mano a lo largo de sus líneas sin suponerle esfuerzo interpretativo alguno.

Un ejemplo de texto abierto es la fabulosa novela corta Aura del célebre escritor mexicano Carlos Fuentes. En apenas unas cincuenta páginas, Fuentes logra estructurar una historia de generaciones, espacios y tiempos diferentes. Es una novela plagada de espacios de indeterminación estratégicamente colocados en sus páginas de modo que desde el inicio se sienta un clima de suspenso e ignorancia. En consecuencia, hace que el lector se sienta atrapado y en la necesidad de actualizar el texto y avanzar en la lectura para corroborar las interpretaciones que va formulando conforme pasan los párrafos.



Aura pone en los ojos del lector toda lo que experimenta el protagonista al ser narrada en 2ª persona. Desde ahí se puede observar cómo Fuentes rompe con las dos formas tradicionales de narrar: en primera o segunda persona. De este modo, el liberar al narrador de un personaje interno o externo del relato y depositarlo en el lector se le abre una multiplicidad de interpretaciones. Sin embargo, la trama misma y el narrador siguen teniendo un papel importantísimo, puesto que éste logrará mantener el suspenso hasta que en el último diálogo la vieja Consuelo dé la clave para entender el misterio que rodea a esa casa en penumbras y a la chica de ojos verdes llamada Aura.

El libro tiene dos interpretaciones principales. Por los paralelismos que hallamos entre Aura y Consuelo (los ojos verdes, el vestido verde, los movimientos iguales, lo místico que las rodea) el lector puede pensar que se trata de la misma persona, siendo Aura la «memoria encarnada» (Fuentes 62)que la vieja ha traído al mundo por medio de la brujería. Así, Aura es Consuelo de joven. Igualmente, Felipe Montero, el protagonista, es la reencarnación del General Llorente. La novela entera trata de cómo el amor de su vida pasada trata con todos los recursos que hay de traerlo de regreso una vez muerto. «(… ) verás bajo la luz de la luna el cuerpo desnudo de la vieja, de la señora Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo, temblando ligeramente porque tú lo tocas, tú lo amas, tú has regresado también…» (Fuentes 62). De esta forma, al final de la obra, Fuentes nos da a entender que el espíritu del General ha vuelto al cuerpo de Montero y la vieja ha logrado su cometido.

Sin embargo, por otra parte, existe otra interpretación. Si bien se puede pensar que Consuelo logró que el protagonista recordara su verdadera identidad, también cabe la posibilidad de que el embrujo sea el causante de todo. Así, no es Montero la reencarnación de Llorente, sino un muchacho desempleado que cae en las garras de una anciana loca y desesperada por la soledad  y que, víctima de su brujería, pierde el control sobre sí mismo y su identidad y pasa a ser el siervo de Consuelo, el repositorio del alma del General. Aura, por su parte, será producto de la misma magia negra. Se trata entonces de una chica de rasgos parecidos a los de la vieja y a quien ha tomado por esclava para atraer a su esposo nuevamente.

Por el contrario, podemos citar a Germinal como una obra opuesta a partir de los postulados teóricos de Umberto Eco. Se trata en este caso de un texto cerrado. La novela nos narra una historia de un joven idealista que llega a trabajar a una mina francesa. Los obreros viven en la total miseria y explotación, para colmo, al poco tiempo de su arribo se les baja el sueldo y aumenta el trabajo. Esteban Lantier no lo soportará y exhortará a los mineros a la huelga, huelga que acarreará desempleo, hambre, pérdidas de dinero, violencia y un desastre. Esa es la trama y nada más. Las descripciones son tan amplias, el contexto está tan bien estructurado, los personajes son tan predecibles que el final de la novela no implica un esfuerzo por el lector para entender la trama.



Como hemos visto, aunque hay aún espacios de indeterminación en Germinal, ya que ninguna novela puede evitarlos, son mucho menos que los de Aura. Zolá permite que el lector se quede con una sola visión de la Francia del siglo XIX tras cientos de páginas: la de la imposibilidad de revelarse contra el sistema y de modificar la estructura social. Fuentes, por el contrario, utiliza la ambigüedad, los espacios de indeterminación, el elemento pragmático del lector, la brevedad, el suspenso y la 2ª persona para jugar con la conciencia del lector y ofrecerle una historia con múltiples actualizaciones posibles. En consecuencia, para Eco, el primero es un texto cerrado y el segundo uno abierto.

Bibliografía
Eco, Umberto. «El lector modelo» en Lector in fábula: la cooperación interpretativa del texto narrativo. Barcelona: Lumen, 1993. (72-84 pp)

Fuentes, Carlos. Aura. México: Ediciones Era, 1986.


Zolá, Emile. Germinal. (s.f.). Recuperado el 16 de abril de 2012, de Opus libros http://www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/zola_ger.htm

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