miércoles, 8 de enero de 2014

Sobre la teoría literaria

Antes de iniciar la carrera ni por la mente me pasó alguna vez que existiera la tan temida por muchos "teoría literaria". Fue cuando comenzaron las clases de la licenciatura que me di cuenta de su importancia porque todos los profesores se lamentaban diciendo: "ah, pero ustedes aún no han tomado teoría literaria, no sé por qué la dan hasta 5o cuatrimestre, debería ser al inicio". Sin saber qué era, todos concordábamos, cómo íbamos a estudiar literatura sin la teoría primero; cuestión que aún hoy ninguno me ha resuelto. 

Llegó 6o, no el 5o ya que me fui a España de intercambio y allá se lleva en el 2o cuatrimestre del curso. Había llegado a clase con el ánimo de descubrir qué era. Mi primera impresión fue que sería una materia difícil pero interesantísima, postura en la que me mantengo. En sólo 4 meses vimos una embarradita de todas (sí, todas) o por lo menos casi todas las distintas teorías y sus representantes. Hasta ahí se quedó todo, como un cúmulo de conocimiento teórico interesante y nada más. Una importante herramienta cuyo uso nunca llegó. Ningún análisis, nada de aplicación. Claro, estaba en España y encima en la Universidad de Salamanca.



Volví a México y, dadas las diferencias de planes de estudio, repetí muchos temas ya vistos pero con mayor profundidad. Sin embargo, esta vez con algo de práctica. Fue entonces que me di cuenta de lo mucho que puede enriquecer la teoría literaria a la lectura. Conocerla abre un panorama amplísimo de diversos puntos de vista que resaltan distintos rasgos de obras que jamás te habías fijado antes. Permite relacionar conocimientos de diversa índole con la trama, los elementos, la intención del texto, el estilo, etc.  Entendí a mis maestros y también cuestiono igualmente a la ubicación del curso a mitad de la carrera.



Creo que la teoría literaria como herramienta es muy útil, pero un buen lector puede no necesitarla para llegar a conclusiones similares e incluso verse más libre para interpretar sin ceñirse al modelo de una determinada escuela o autor, con sus fallos y aciertos, tal como lo hacíamos al inicio de la carrera sin saber nada de teoría. 

Los "peligros" (por decirlo de una forma) que le encuentro son varios: el vicio que se forma cuando se casa uno con determinada teoría o autor y la aplicación de la misma sin generar nuevo conocimiento, que a veces se piense a través de esta herramienta o de otros autores silenciando nuestra propia voz y el olvidar el valor de la visión lírica de un sujeto ajeno a la teoría. Tal vez el "peligro" más grande es no poder suprimirla mientras se lee un libro por placer sin afán de analizarlo.

La primera clase de teoría literaria es un umbral que cruzas y no hay vuelta atrás. Cada elemento se vuelve significativo. Difícilmente la sacaremos de nuestra cabeza incluso en temas no literarios. Se levanta un velo que no volverá a cubrir el aparentemente "verdadero" fondo. Es como perder la virginidad. Ninguna lectura vuelve a ser igual. 

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